“¿Acaso roba el hombre a Dios? ¡Ustedes me están robando!» Y todavía preguntan: “¿En qué te robamos?” »En los diezmos y en las ofrendas. Ustedes —la nación entera— están bajo gran maldición, pues es a mí a quien están robando.» Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde.” Malaquías 3:8-10 (NVI)
Sin dudas estos son versículos muy fuertes de leer. Se habla de robo, se habla de maldición. Es muy fuerte ver a Dios hablando de esa manera, pero si prestamos atención, son puertas cerradas que nosotros mismos con nuestras actitudes hemos cerrado.
Hoy, nuestra economía nacional está atravesando una fuerte crisis (en realidad no es algo de hoy, es algo de hace rato), y nos preguntamos si no será a causa de esto que acabamos de leer. Muchas veces cargamos las culpas a los políticos de turno, los catalogamos como corruptos y ladrones pero tendríamos que, como dice el dicho, empezar primero por casa. ¿Le estaremos robando a Dios? El hecho de no darle a Dios lo que es de Dios es un robo, aunque lo hagamos por desconocimiento. Dios estableció en su palabra que hay una parte de lo que nos da para administrar que no es nuestro sino que es de Él, eso se llama diezmo (diez por ciento de nuestros ingresos).En realidad, si hacemos una
lectura más minuciosa, TODO es de Él, solo que nos pone como administradores y según sea nuestra buena o mala administración, nos permitirá administrar más cantidad (o no).
Pero quiero ahora centrarme en la segunda parte del texto. Así como la primer parte es muy fuerte, la segunda también. Es en la única parte en la Biblia donde se nos desafía a probar a Dios, y justamente tiene que ver con las ofrendas y el diezmo. Nos dice que lo probemos en ese aspecto, y que Él abrirá esa ventana de los cielos.
En tiempos de puertas abiertas, cambiemos lo que tenemos que cam- biar, desafiémonos a ponernos en orden por que así podremos vivir tiempos de abundancia.
Para reflexionar:
¿Te cuesta entregar tu economía a Dios? Tal vez tiene que ver con que es hora de que entiendas que no es tuya sino de Él.
¿Estas robándole a Dios en diezmos y ofrendas, o en tiempo que no le estas dando?
Recordá que el diez por ciento también puede aplicar a tu vida diaria .Empezá a apartarle a Dios por lo menos 144 minutos de tu día y veras como las cosas empiezan a ser diferentes.
(1 día: 1440 minutos; 10% diezmo: 144 minutos).