“El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien. Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y hon- rándose mutuamente. Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu. Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración. Ayu- den a los hermanos necesitados. Practiquen la hospitalidad. Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan. Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran. Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben.”
Romanos 12:9-16 (NVI)
Que en este pasaje se nos aclare que el amor debe ser sincero, significa que así como existe el amor verdadero, también existe el amor fingido...Los versículos que acabamos de leer nos llevan a pensar que muchas veces no estamos ni cerca del verdadero amor. Por ejemplo, cuando respondemos con venganza humana ante ciertas situaciones (que aunque nos parecen injustas, tenemos que dejar en manos de Dios). Cuando nos comportamos de manera soberbia, como si fuéramos los únicos dueños de la verdad. Cuando perdemos la paciencia y terminamos contestando mal. Cuando hablamos mal de otras personas y caemos en la murmuración. Cuando sabemos que nos equivocamos y no somos capaces de pedir perdón. Cuando vemos la necesidad en el otro y nos comportamos de manera indiferente...y así podría darte muchos ejemplos más.
Como muchas veces nos cuesta hacer el bien, nos justificamos diciendo que “somos así” o que “es nuestro carácter y ya no podemos cambiar”...Pero dejame decirte que esa no es tu identidad, ese carácter no es el que Dios pensó para vos, y no te define. Simplemente, todavía debemos seguir siendo perfeccionados en el amor.
El verdadero amor nos lleva a tener un corazón humilde. Nos permite vivir en armonía con nuestros hermanos. Nos lleva a bendecir a todos, incluso a aquellos que te hacen la vida difícil. A estar siempre dispuesto a ayudar al otro, aun cuando el otro no está dispuesto a ayudarte a vos. A prestar el oído para escuchar. A dar un abrazo en el momento oportuno.
¿Te gustaría ser destinatario de un amor así? Te animo a que empieces a practicarlo vos!
Para reflexionar:
Siendo totalmente sincero, ¿sentís ese verdadero amor por los demás? ¿Qué cosas podrías hacer para perfeccionarlo?