“Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente”.
Romanos 12:10 (NVI).
A lo largo de la vida, los seres humanos vivencian diferentes tipos de amor. El amor hacia una pareja o cónyuge, hacia un hijo, hacia familiares, amigos y compañeros de trabajo. Incluso el amor hacia las mascotas. Todos son distintos unos con otros.
En la carta del apóstol Pablo a los romanos, Dios nos llama a amar con amor fraternal. Ese llamamiento no es una opción, ni una elección. Es un mandato. Una orden.
En su sentido más técnico, el amor fraternal está relacionado con el amor entre hermanos.
Cuando empezamos a poner en práctica el amor fraternal, tenemos la mirada atenta para resolver la necesidad del otro, somos solidarios, respetuosos. Somos más compasivos y empáticos -palabra tan usada durante la cuarentena estricta, allá por el 2020 como consecuencia de la pandemia de coronavirus-.
La honra forma parte de este amor fraternal. Cuando honramos a las personas las reconocemos por lo que hacen, pero principalmente por lo que son. Cuando la honra se vuelve un hábito en nuestras vidas, sin
lugar a dudas nos estamos convirtiendo en seres agradecidos.
¿Cómo honramos? No sólo con palabras, sino también con actos. La honra es la llave que abre las puertas de la bendición. Si aún tenés sueños, metas y objetivos que no concretaste, tal vez sea hora de que uses la llave de la honra.
Para reflexionar:
Te invito a que en el día de hoy pienses en alguna persona que fue y es de bendición para tu vida. Practicá la honra: enviale un mensaje, hacele una visita, acercale un presente.
Te puedo asegurar que la persona va a sentir un aliciente en su corazón, y vos vas a desarrollar un gozo único.